sábado, 10 de octubre de 2009

Alberto Sánchez

A las 8:40 horas del día 7 de octubre, recibí una llamada de Emiliano Puértolas (miembro, como Toni Alarcón y yo, de la Tertulia Cinematográfica Perdiguer) en la que me informaba del fallecimiento de Alberto Sánchez. No voy a abundar en el tema de la impresión que me produjo. De hecho estuve todo el día como anonadado y también pasé la noche sin dormir, viendo viejos musicales de la Metro (Take Me Out to the Ball Game, Busby Berkeley, 1949) y de la Fox (The Gang's All Here, también de Berkeley, 1943). De hecho tanto Emiliano, como Alberto y yo mismo siempre pensamos que un buen antídoto para la tristeza era el musical americano de su más gloriosa etapa. No sirvió de mucho, pero ver bailar a Gene Kelly, cantar a Frank Sinatra, pavonearse a la inefable Carmen Miranda con sus sombreros de frutas e incluso nadar a Esther Williams, consiguieron arrancarme alguna que otra sonrisa. Y es que Alberto, Emiliano y yo nos conocíamos desde hace más de cuarenta años. Una relación que empezó con el cine y, con el paso de los años, devino en una amistad entrañable. Antes de que Alberto tuviese conocimiento de su enfermedad (aunque ya tenía molestias), la Tertulia Perdiguer le homenajeó a instancias de Toni Alarcón y mías. Más tarde, cuando ya se supo cuál era su enfermedad y qué esperanza de vida le quedaba, estos eventos se multiplicaron. Hoy todo esto me resulta algo oportunista, pero aquellos que los llevaron a cabo tuvieron siempre las mejores intenciones y Alberto disfrutaba porque nunca le faltaron ni el humor, ni la alegría de vivir, ni -lo que es más importante- una fuerza admirable para apurar sus últimos días sin tirar la toalla.

En mi casa, o en restaurantes, se planeaban cenas a las que Alberto siempre acudía y nos daba su habitual lección magistral sobre gastronomía y vinos. ¡¡Había que tomar una ignota marca de blanco de Santorini en el restaurante griego "Carpanta"¡¡. Y a mi domicilio venía con su habitual botella de exquisito caldo que por supuesto era lo mejor del menú, ya que yo como cocinero jamás he superado una voluntariosa mediocridad. Y después siempre llegaba no solo la hora de los recuerdos en la sobremesa, sino también temas actuales de cine, política, literatura... porque Alberto podía echar su cuarto a espadas en lo que fuere.

Recuerdo, eso sí, las películas con las que nos obsequiaba en el Saracosta (La Salle) o en el Gandaya. Películas jamás vistas en Zaragoza y en versión original subtitulada. Tenía marcada preferencia por el cine del Este europeo de los sesenta. Películas de Andrzej Wajda, Jerzy Kawalerowicz, Andrzej Munk, Wojciech Has (polacos), Miklós Jancsó, István Szabó, Károly Makk, Zoltán Fábri (húngaros), Evald Schorm, Milos Forman, Jan Nemec, Karel Kachyna (checos). Pero tambien Luis Buñuel, Emilio Fernández, Francesco Rosi... No terminaría nunca. De vez en cuando se jugaba el tipo con proyecciones "clandestinas" de Viridiana o El acorazado Potemkin.

¿Y que más?. Una inagotable capacidad para ser, como le han denominado, el "agitador cultural" de Zaragoza por excelencia. Un lujo su persona, un flujo que no tenía fin su cultura. La pérdida de Alberto para Zaragoza, Aragón y España entera es de proporciones inconmensurables. Y para mí, cuanto dolor ahora y para el resto de mis días. La vida de Alberto fue corta pero plena y me voy a permitir cerrar este escrito con unos textos que creo adecuados a mi sentir y al de otros muchos.

"No tenemos que sentir pesar por él; solo por nosotros que le hemos perdido. El es completamente irreemplazable. Nunca habrá otro igual."

Palabras con las que finalizó John Huston su discurso en el funeral de Humphrey Bogart

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas
compañero del alma, compañero.

Versos finales de la "Elegía a Ramón Sijé", de Miguel Hernández.

Nota: La foto pertenece al homenaje que el Festival de Fuentes de Ebro le dedicó, junto a su hermano Julio, en noviembre de 2008.

lunes, 5 de octubre de 2009

Declaración de intenciones













Este blog, aunque principalmente cinematográfico, va a estar abierto a cualquier manifestación cultural y a otras formas de arte (bellas artes, literatura, música...). En lo que se refiere al cine va a primar todo aquello que se refiera a las cinematografías europeas, asiáticas, latinoamericanas y norteamericanas de procedencia más o menos independiente. Ello se debe a que las películas que mejor representan a estos continentes se ven en las pantallas de Zaragoza con escasísima asiduidad y, en algunos casos, incluso dobladas. Como responsable de esta bitácora creo obligado declarar que en mi larguísima experiencia cinematográfica, en tanto que espectador, fundador de cineclubs, crítico de cine, etc., siempre me ha gustado más el cine europeo que el estadounidense. ¡Qué le vamos a hacer! Como le dijo el torero Rafael "El Gallo" a Ortega y Gasset cuando se lo presentaron en calidad de filósofo "hay gente pa to". Amén de que a partir de los setenta y en un proceso de imparable declive, el cine yanqui ha ido poco a poco convirtiéndose en lo que jocundamente Maruja Torres denomina "cine de jardín de infancia". O Bertrand Tavernier en el Festival de Huesca de 2008 definió como "cine para adolescentes mentales de 8 a 80 años", con las consabidas excepciones de Clint Eastwood, Woody Allen, los hermanos Coen o Tim Burton (?).

Con estos presupuestos sé perfectamente que camino contracorriente, cosa que dado que la Constitución Española contempla la libertad de expresión y opinión, estoy por tanto legalizado hasta para horrorizarme con los feísimos moñacos de Pixar.

Sin embargo bienvenidos a todos aquellos de cualquier edad, sexo y condición que deseen aportar sus puntos de vista, aunque difieran ostensiblemente de los míos.

Gracias y aquí tenéis vuestra casa.